Culo veo, culo quiero.
Te sugiero leer esta historia con este ambiente de fondo
Siempre que empiezo a consumir o llevo tiempo consumiendo regularmente un nuevo tipo de contenido, ya sea una serie, un libro o un juego, no tardo en sentirme identificado con el protagonista, especialmente si este cumple lo siguiente:
- No trabaja
- Fracasa pero se las apaña para que le vaya lo suficientemente bien como para no tener que trabajar
- No trabaja
Me pasa continuamente: tuve mi época de beber White Russian solo en mi casa después de ver The Big Lebowski, volví a escuchar La traviata y a vestirme como Toni Soprano al ver Los Soprano, esperando a que alguien me mirara mal en el restaurante para susurrarle al oído que lo mataría, y ahora quiero un caballo.
Cuando vi Succession lo único que pude reproducir, además literalmente, fue la banda sonora, ya que ni tengo una empresa familiar ni soy un farlopero, así que me la puse como despertador. Sé que es lo que busca de alguna manera el creador, pero lo mío va más allá: la historia del protagonista me genera una envidia sana que hace que quiera replicarla dentro de mis limitaciones.
Este fin de semana ha sido el primero en mucho tiempo que he tenido algo de tiempo libre, y he aprovechado para continuar con lo poco que tenía empezado del Red Dead Redemption 2, que no abría desde finales de 2021. Y claro, ¿quién no querría ser el jodido Arthur Morgan en pleno siglo XIX? Pero por desgracia (o más bien por suerte) no podemos viajar y comprobar si la vida en aquella época era tan idílica como nos la venden todas las historias que la representan. El protosueño americano: libertad y dinero. Supongo que somos muchos los que de niños hemos querido ser pistoleros del lejano oeste.
Lejano porque claro, ser pistolero de Zamora no rebosa glamour precisamente.
Lo de ser pistolero ahora está difícil si no eres Borbón, pero hay otra cosa del juego que encuentro relajante y no es otra que la de ir a caballo de un lado a otro mientras disfrutas del bonito paisaje de las Américas preindustrializadas. Ir a caballo siempre me ha parecido algo incómodo y poco atractivo, pero eso era porque nunca había sido un buen protagonista el que lo montaba. Ahora quiero un caballo.
Un caballo sería especialmente útil teniendo en cuenta que no tengo coche. Podría atarlo a la columna del garaje y dejarlo aparcado en mi plaza, y llegaría a dar las clases de ajedrez como un jodido cowboy con mi sombrero de cuero y mis botas con espuelas. Es difícil molar más. Además, teniendo en cuenta el precio de la gasolina, seguro que consume menos que un coche, y si la policía no recoge la mierda de sus caballos entiendo que yo tampoco tengo que hacerlo. Al fin y al cabo, la ley es para todos igual.
Convencido pues de ser el nuevo sheriff de la ciudad, me he puesto a buscar cómo está la ley con respecto a cabalgar a caballo por vías públicas (como si a un forajido como yo le importase la ley). Sorprendentemente, puedes ir a caballo siempre y cuando no haya una vía pecuaria y no sea una autopista o autovía. Eso sí, por el arcén y sin fliparte. Aunque para mi desgracia (y la vuestra, porque podría ser un documento audiovisual increíble) en Pamplona existe una Ordenanza Municipal de Tráfico cuyo artículo 63 establece, de manera muy ambigua, que «está prohibida la circulación de vehículos de tracción animal por las vías del término municipal de Pamplona, salvo autorización expresa». Podríamos discutir si un solo caballo constituye o no un vehículo de tracción animal, pero si me prohíben la circulación, ¿qué hago yo luego con el caballo?
Sin duda vloggear desde mi caballo habría sido una buena manera de adelantar a Casey Neistat por la derecha, pero de momento la idea quedará en un pequeño fracaso más en la creación de contenido, que servirá como otro escalón en la escalera hacia el éxito.
Es posible que te preguntes cómo me comporto después de ver Dexter o la que es sin duda la mejor serie de la historia de España, Qué vida más triste. Pero si te fijas, estas series no cumplen la tríada que he establecido al inicio.
Lo que sí que me gustaría saber es si a ti también te pasa algo similar o simplemente soy un flipao que tiene la cabeza rota. Así que si te apetece puedes escribirme por Instagram, X o por mail a yo@fracaso.es y contarme tu flipada. Y de paso puedes recomendarme algo para ver o leer que vaya a hacer que centre mis esfuerzos en una nueva excentricidad que con suerte hará de mecha para una nueva historia.
Nunca está de más aumentar el nivel de locura.
Buen inicio de semana,
A.
PD: Espero que hayas encontrado el vídeo oculto. Si es así, que lo disfrutes. Si no, sigue buscando.